Una tendencia de los últimos tiempos en los lugares de trabajo es dejar de lado la separación en despachos y crear espacios abiertos donde lo que se busca es la funcionalidad al 100%, ser más operativos y que haya mayor colaboración entre los equipos profesionales.
Ahora bien, también se busca una reducción de costes en estos años marcados por la crisis.
Las consultoras de diseño de espacios interiores han ido introduciendo poco a poco este concepto en otro tipo de perfiles de empresas ya que hasta ahora se había implantado sobre todo en multinacionales.
En España y, desde luego, en los despachos de abogados, no es ajeno este fenómeno de crear espacios abiertos que empezó en las firmas anglosajonas como ‘banco de pruebas’.
Es el caso, por ejemplo, de Baker McKenzie que en diciembre pasado trasladó su sede de Madrid a un edificio más amplio “para fomentar la innovación y la colaboración multidisciplinar en el servicio a los clientes”.
PIONEROS ENTRE LOS DESPACHOS PEQUEÑOS
Esta apuesta la comparte también el despacho CCS Abogados, que aún con otro perfil, no han querido quedarse ajenos a las ventajas que aporta trabajar desde este modelo para consolidar la cultura de una firma donde la gestión de los equipos es muy cercana.
Son pioneros entre los medianos nacionales en desterrar la clásica división en despachos en favor de un concepto abierto que potencie el trabajo colaborativo y que permite maximizar los espacios que se destinan al cliente desde que entra por la puerta.
En sus oficinas de Madrid, desde los orígenes de la firma en 2012, el pool de abogados trabaja en abierto. Actualmente son 15 que, junto a los socios, comparten lo que ellos denominan ‘La Pradera’ por lo diáfano del espacio.
María Castro, directora de Organización del despacho, nos cuenta que el por qué de este modelo les viene de la propia dinámica de trabajo que tiene la oficina de Madrid en cuanto a cómo tienen organizado el procedimiento de gestión de expedientes.
“Es un trabajo muy colaborativo en la parte que se lleva en la capital porque es una cadena jurídica un poco peculiar. El cliente puede entrar por la oficina de Madrid o por la de Coruña y, aunque la cara vista es Madrid parte del proceso jurídico se lleva a cabo en Coruña. Interesa entonces que los abogados de Madrid sí que estén en pool para comentar clientes porque no es exclusivo el cliente de un solo abogado”, explica.
Para Castro, que también trabaja en ‘La Pradera’, como define a este concepto de oficinas abiertas, con esta fórmula “se comparten muchas cosas, con sus pros y sus contras. Lo bueno es que al estar en abierto a diario oyes comentarios de los casos, las ideas que le van surgiendo a cada uno, preguntas entre los profesionales… El inconveniente es que, a veces las conversaciones telefónicas interrumpen el trabajo de los demás”.
Sin embargo, reconoce que para el trabajo que desarrollan estos 15 abogados, que “son la cara pública, los que acuden a las audiencias previas, a los juicios y que, por ejemplo, no hacen redacción de demandas, el concepto de espacio abierto les viene muy bien”.
COMPARTIR CONOCIMIENTO
En su opinión, con este enfoque se comparte conocimiento de manera muy espontánea. “La gran ventaja es que se ponen cosas en común y siempre hay alguien que aporta algo”. En otro tipo de trabajo jurídico reconoce que sería incómodo y apunta la desventaja de que cuando los socios o ella misma tratan datos de clientes especialmente confidenciales “hay que irse a otro sitio del despacho”.
En las oficinas de Coruña, el despacho con un equipo de 50 abogados también trabajan en espacio abierto pero por áreas de práctica.
“No me cabe duda de que con esta fórmula la conexión entre las personas es mayor. Favorece muchísimo las relaciones interpersonales aunque aquí interviene también la forma de ser de cada uno. En despacho cerrado, según la dinámica de tu trabajo, llegas y no ves a los demás y ya no es un símbolo de categoría”, concluye la directora de Organización de CCS Abogados.
Fuente: Confilegal.